19 de Mayo 2004

CANTO A LA RANA

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Había una vez que era

Una princesita que vivía en un palacio de hielo. En una gran torre construida a base de carámbanos y cubitos de hielo. Hacía tanto frío que sus lágrimas nunca llegaban a derramarse.

La historia del frío que asolaba el castillo era muy antigua, casi tanto como ella misma. Hace mil años el castillo estaba en una tierra fértil, cálida y llena de vida. La tristeza no existía y nunca nunca uno estaba solo, siempre había con quién jugar.
Pero un día estalló una terrible tormenta y un rayo destruyó toda la vida que rodeaba el castillo, sólo se libró la pequeña princesa que en esos momentos estaba oculta en las bodegas ya que jugaba al escondite con su nombre. Sin aviso, sin despedirse... la princesa se quedó sola. Tan sola que no pudo parar de llorar en décadas y tan triste que formó un enorme mar con sus lágrimas.

Tanta amargura salió de su corazón que este se quedó seco, seco y frío. Tanto que poco a poco fue saliendo de su interior congelando todo lo que la rodeaba, tanto que el enorme mar se congeló convirtiéndose en una barrera imposible de cruzar. Mal asunto porque ahora, además de sola nadie podía llegar hasta ella.

Pero ocurrió algo curioso, algo que nadie se esperaba y fue lo siguiente:
Un buen día, una ranita valiente y pura de corazón llegó al borde del extenso y frío mar, lo miró y a lo lejos pudo observar algo parecido a un polo helado. La ranita que era de un curioso insaciable sabiendo que arriesgaba la vida no pudo ignorar el desafío y se decidió a cruzar.
Mil penurias pasó y de poco se muere de hambre, pero cuando más se acercaba mejor veía el reino de hielo y más curiosidad sentía, tenía que llegar.
Un buen día, que nada tenía de bonito llegó al pie de la torre y cuando fascinado miró la enorme construcción pudo ver en lo alto una figura con pose triste y pensativa.
¿Qué será aquello? se preguntó, pero ¿cómo podía llegar hasta arriba con lo resbalosas que eran las escaleras??
A base de pico y pala, derrapes, caidas y acabar panza arriba más de 100 veces... consiguió llegar a lo alto para quedar fascinado por lo que allí encontró. Una helada, pero que muy helada princesa blanca por la escarcha y amarga como el café sin azucar, posaba cerca de la ventana.
Su expresión era de tal desesperación que el corazón se le encogió por la congoja, trató hablar con ella pero esta había olvidado el idioma de la gente de hacía tanto que estaba sola.
La rana se propuso devolverla al mundo, enseñarla que había una tierra como fuera aquella en otro tiempo y llena de vida amable con la que jugar.
Embarcado en su empresa... se enamoró, sentía tanta intriga por el misterio de la princesa que no pudo evitar enamorarse de lo que ella podría ser.
A medida que la princesa recuperaba algo de calor, la rana observó que aunque parecía que se deshelaba por fuera, hacer llegar calor al corazón era una empresa mucho más dificil.
Tan dificil que nunca lo consiguió pero... despertó la esperanza en la princesa, cosechó la semilla para que cuando por fin llegara el sol al corazón, este germinara.
Pero la rana ya no estaba, se había ido y con él se llevó parte del frío que a la princesa quitó.
Ya no es la misma princesa pero tampoco es la misma rana.

La princesa todavía no ha encontrado a nadie como la rana, a veces tiene la sensación de no haber sido buena para él, a veces piensa que ha perdido a la rana. La princesa piensa que en poco tiempo quizá haya que cruzar un mar para despertarle de su reino helado.

Pero... ¿en qué cuento la princesa salva a la rana?

Escrito por MARCHI a las 19 de Mayo 2004 a las 05:37 PM
Comentarios

Con cara de rana podría decir que no hay cuento dedicado. Es más, también podría decir que no confío en que la princesa se preocupase por esa rana. Sí, puede ser que en ocasiones esa princesita eche de menos algo de lo que la rana le ofrecía pero, al fin y al cabo querrá seguir estando sola.
Sería bonito oir ese cuento por el que preguntas, no crees?

Escrito por solitude a las 19 de Mayo 2004 a las 08:11 PM

Cada cual escribe su historia supongo. Creo que la princesa perdió a la rana porque se dió cuenta demasiado tarde, pero se lo hizo.
La historia sigue de la siguiente forma:
La princesa se propuso que, aunque ya no podía cambiar el pasado, no permitiría que el destino de la rana fuera el pasado de la princesa. Se propuso estar ahí aunque la rana la mantuviera a distancia para esperar el momento más adecuado para cruzar el mar helado. Se propuso luchar por aquel que la había dado una esperanza.
Porque sabes... a veces se contraen deudas que no se pueden ni quieren ignorar.

Escrito por duende a las 19 de Mayo 2004 a las 08:35 PM

... Y además... se llega a amar sinceramente a aquellos que han dado tanto por tí.

Escrito por duende a las 19 de Mayo 2004 a las 08:37 PM

:D es un buen cuento

Escrito por solitude a las 20 de Mayo 2004 a las 09:46 AM

Os contaré como acaba el cuento para que no os quedéis con la intriga:

...a medida que la rana se iba dando por fin cuenta que no podía devolver el calor al corazon de la princesa, el suyo se iba resquebrajando poco a poco, agrietandose. Pero era tanto el empeño de la rana, que siguió y siguió intentándolo, sin darse cuenta que las grietas de su corazón se iban llenando de hielo por el frío que allí hacía. Hasta que un "buen" dia, el hielo de su corazón terminó enfriando su empeño, templando su pasión, y la rana se rindió.

Dio media vuelta y se fue, alejandose de ese mar helado, y viajó y viajó, conoció muchos paises, algunos cálidos, otros templados, cuyo amable clima iba poco a poco deshaciendo las grietas de hielo de su corazón. Pero nunca estuvo lo suficiente en el mismo sitio como para que el hielo se derritiera del todo, y en lo mas profundo de su corazón todavía se conservaban albunas vetas de duro hielo.

En sus viajes, siempre hizo paradas por su viejo mar helado, cada vez menos helado, mirando con nostalgia hacia la torre donde antaño entregó todo su empeño en salvar a la más preciosa y triste princesa que jamás se escribió en cuento alguno. Pero cuanto más se descongelaba su corazón, más largos eran sus viajes, y cuanto mas largos eran sus viajes, menos volvía a visitar a la princesa.

Y sin embargo, por lejos que estuviera, por largo que fuera el tiempo que pasaba lejos de la princesa, siempre volvía para ver que ella seguía bien, aunque sola en su palacio.

En realidad nunca se desheló completamente el corazón de la pequeña rana. En lo más profundo, quedó para siempre un pequeño lugar frio, y sin embargo hermoso y único, un copo de nieve, que por siempre hizo que el corazon de la rana se sintiera proximo al de la princesa.

Pero no por ser frio, sino por tener un interior precioso y único como un copo de nieve.

Escrito por la rana a las 20 de Mayo 2004 a las 11:13 AM

Snifffffff.

Continua: Pasa tanto tiempo que la princesa no sabe nada de la rana que se preocupa porque, aunque mucho ha llovido y ninguno es cómo antes era, no es propio de la rana. La princesa está preocupada porque cree sinceramente que algo le ocurre a la rana, algo en ese copo de nieve común le dice que la rana necesita una mano.
Pero como bien decía el principio del cuento, la rana tiene una determinación y un orgullo dignos de un Rey, por lo que la princesa sabe perfectamente que la rana prefiere acabar cocinado en un restaurante francés antes de siquiera nadie se preocupe lo más mínimo.
El caso es que así... preocupa más.
La princesa tiene un pensamiento egoista al necesitar saber y comprobar que la rana está bien, pero claro, esta vez por lo menos ha llegado al centro de la Tierra en uno de sus viajes.

Escrito por duende a las 20 de Mayo 2004 a las 02:42 PM
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